Toma mi
pistola,
la dejo en
tus manos,
tienes el
poder de usarla
o guardarla,
o guardarla,
haz lo que
quieras con ella,
al fin y al
cabo tú ya tenías
mi alma.
Dispara,
yo corro
tras la bala.
Me gusta
jugar con el peligro
y enredarme
con la oscuridad de nuestro abismo,
hacerle
muecas a la muerte
y sonreírle
al demonio.
Qué importa exponerse
si ya la
bala de tu corazón,
atravesó mi
cabeza.
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