Hay balas que atraviesan
y otras que solo juegan a ser un juego.
Las de mi cabeza solo juegan
con mis pensamientos,
que queman
hasta volverse agujeros
en los que te guardan y atrincheran.
A ti,
que te adheriste a mi vida
para convertirte en la cura de mi
herida,
pero también en las balas de mi
endeble corazón,
que atraviesan mi cabeza
por no poder atenerme algún día
a tu presencia.
Los daños son irreversibles,
e inexorable la idea de poder perderte,
y es que prefiero que dispares
me quemes, me atravieses, me mates,
antes que vivir una vida
sin tus caricias.
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