En la oscuridad no se ve con claridad,
mis pensamientos me han cogido de rehén
y mi mente no para de pasearse por
nuestros infiernos.
Ponme la pistola en la boca,
ya me encargo yo del resto.
Mi cabeza siempre al filo del
precipicio de mis demonios,
me paseo mirando el abismo con ojos de
loca,
ya la cordura la perdí intentando
agarrar la cuerda
de mis miedos.
Todos nos cansamos de quemarnos.
La pistola sigue ahí,
sujeta por ti,
entre mis dientes que aprietan como si
de tu cuello se tratara,
y te sigo mirando atenta
sin pedirte que hagas nada.
La pistola, el precipicio, y mis
demonios,
todo sigue igual,
salvo tú y yo,
estamos debatiéndonos entre vivir o
morir,
salvar o matar,
quedarnos o marcharnos.
Mi mente desgarra mis pensamientos,
y me imagino la vida sin tu calor,
sin tu presencia,
y duele, joder que si duele,
sin ti todo duele.
Y me quedo en silencio,
imaginando tu disparo,
y creo que prefiero morir,
que me mates,
marcharme.
De qué me sirven los días, sin ti.