sábado, 27 de mayo de 2017

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Tiene el corazón roto y el alma indestructible,
está hecho pedazos que solo quiero cuidar para que no se rompan más,
protegerlo de sí mismo
y quererlo, indefenso y tan defensor.

Es su propio ying
le adjudicaron ser su yang.
Tantos síes y tantos noes, que no sabe lo que es un quizás.

Decisiones intomables que solo él supo tomar,
pérdidas irreparables que nunca podrá superar,
idas y venidas que nunca se podrá perdonar.

Se define como cruel sin saber que fue necesario.
Se define como malo sin saber que así solo fueron con él.

No sabe muchas cosas,
como que ha sido y es el “superhéroe” de muchas personas.
No sabe que salva, que ayuda y desahoga,
que es el fruto bueno de muchas cosas malas.

Tampoco sabe que fue capaz de romper barrotes
para salvar a la chica,
sin importarle la condena ni las consecuencias de sus decisiones.

No sabe que la vida a veces te pone entre espada y espada
y no depende de él una decisión equivocada.

Ni siquiera sabe que es la mejor persona que puede ser cualquiera
después de sobrevivir a un infierno que quemaba todo lo bueno,
menos a él.

Tampoco sabe que la chica de los barrotes
se enamoró de las quemaduras de aquel infierno,
de las cicatrices por intentar atravesar espadas para salvar a quien amaba,
de sus demonios y de sus remordimientos para hacérselos más llevaderos,
de su sí al amor y no a la maldad,
aunque le hubieran enseñado lo contrario.

Me enamoré de él, a pesar de nada y a pesar de todo.