Siempre me ha gustado el caos,
siento la necesidad de ordenarlo.
Es como un juego que siempre quiero
ganar.
Te atreves a venir, a hurtadillas
colándote en mis adentros.
Y juegas a mi juego.
Me desestabilizas,
a mí, a mi perfecto orden.
Siempre fuiste de irte pero ahora te
quedas,
no te marchas,
ahora quieres ver el espectáculo que
te ofrezco,
te sientas en primera fila y me
observas,
me desnudas,
te deleitas.
Me expongo,
consigo cambiar el juego.
No te has dado cuenta pero ya estoy
dentro,
ahí en dónde nadie jamás ha querido
estar,
ahí en donde nadie se ha merecido
estar.
Me cuelo en tus recovecos.
No te estás dando cuenta, tus ojos
siguen hipnóticos.
Sonrío, y sigo.
No sé si estás ganando tú,
o estoy perdiendo yo.
Me paseo por tus desastres
y cojo de la mano a tus miedos, como
títeres,
no saben que llevo una pistola llena de
deseos
lista para pegarles un par de tiros
certeros.
Me gustan los retos, y tu mente siempre
ha sido mi mayor desafío.
Ojalá pudiera quedarme a vivir dentro.
Me lo estoy pensando, creo que debería
hacerlo.
Siempre se habla de corazones,
y no pensamos en que hay mentes que
sienten más,
que sufren más que cualquier corazón
roto.
Por eso me atraen las mentes.
Estoy enamorada de tu mente.
Sabes que estoy dentro, es más, sé
que soy el pensamiento más fuerte.
Tengo de ventaja a la suerte.
Quizá no es suerte, quizá soy una
loca de las mentes
que se volvió un poco más loca al
conocerte.
Y a ti te van las locas,
pero no una loca cualquiera.
A lo mejor suena demasiado cuerdo, pero
es lo que quiero.
¿Puedo encerrarme en el manicomio de
nuestros recuerdos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario